Claves para el desarrollo de la humanidad por parte del directivo

Es vital que los líderes entiendan y aprendan que llevar
adelante con éxito un negocio depende de las personas; Y en especial, que sean
conscientes de la importancia de mantener una adecuada relaciones de trabajo
con las mismas.

David Mclleland, -profesor de Harvard, en base a sus
estudio-s, nos recuerda lo importante que es el clima del equipo para asegurar
un alto nivel de rendimiento.

El clima del equipo depende, en gran parte, de los estilos de
dirección con los que son tratados. Cualquier estilo de dirección puede ser
válido, -incluso el más directivo- si se sabe responder a las  necesidades de motivación y aprendizaje de los
colaboradores.

La clave de la eficacia de los diferentes estilos de
dirección a desplegar, además de adecuarse al nivel de desarrollo de los
colaboradores, se basa en el nivel de humanidad con el que se tratan a los mismos. Es decir, como respondemos a la necesidades de lo colaboradores.

La falta de humanidad en la gestión de las personas redunda
de forma directamente proporcional en la falta de motivación y compromiso de
las mismas.

Para que directivo actúe con humanidad con sus colaboradores es necesario desplegar comportamientos empáticos. Es decir, conocer y responder a las necesidades
de los mismo desde un doble aspecto: instrumental y emocional.

Para desarrollar con éxito el aspecto instrumental de las
necesidades de los colaboradores se ha de saber responder a un par de preguntas
clave: ¿Qué necesita la persona para desempeñar su responsabilidades de forma eficiente?,
y  ¿Cómo puedo apoyarle?.

Por otro lado, para indagar, responder y potenciar  el aspecto emocional de las necesidades de los
colaboradores se precisa saber responder a preguntas como: ¿Cómo se siente la persona
en este entorno? , y  ¿En qué puedo contribuir
para que se sienta mejor de cara a los retos  que tiene por delante?.

Actuar con humanidad
para un directivo, significa actuar acorde con la esencia de las personas: sus necesidades
materiales y sus emociones.

Antonio Peñalver