Esta semana he
tenido la oportunidad de asistir a la Décima Conferencia Netexplo en Paris, -uno de los foros más relevantes sobre la evolución de la transformación digital a nivel mundial-y de la cual
surge una Academia
para la sensibilización y formación sobre el mundo digital; de la cual, People First
Consulting es socia de Ulises Comunicación para su difusión en España. Y uno de los temas más relevantes de los que se trataron en este Foro,
desde el punto de vista de los recursos humanos, es como la revolución digital, -y, en especial, la robótica de los procesos de producción y el desarrollo de la inteligencia artificial-, afectará en el fututo próximo al empleo.
empleo, produzca una mayor calidad del mismo y el desarrollo de otros trabajos
auxiliares.
Es cierto, que de
la revolución digital se espera una
transformación del perfil de los trabajadores,
-ya sean técnicos u operarios-,
pero ¿se reducirá el empleo?
reciente estudio de PWC va más allá y prevé que antes de 2030 más del 30% de los empleos
están en riesgo de ser asumidos por robots y la
inteligencia artificial en países tan desarrollados
como el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. Esta probabilidad de impacto de
la automatización en la disminución del empleo se prevé mayor en sectores como el transporte, fabricación, así como el comercio
mayorista y minorista; mientras, que este impacto se prevé menor en otros sectores como la educación, la salud y el trabajo social. En cuanto al género, se prevé que el impacto sea mayor en los trabajados ocupados
por los varones.
La tesis general
es que los avances en rebotica e inteligencia artificial al incrementar la productividad
y generar mayor riqueza, también deberán crear empleos adicionales en partes menos
automatizables de la economía. Sin embargo, ¿cuál será el balance sobre el empleo de la transformación digital?
La realidad actual
es que, en muchos de los países desarrollados, a
pesar de todos los avances en tecnologías digitales y otras tecnologías de ahorro de mano de
obra, el empleo está en uno de los momentos más álgidos. Y, por lo tanto,
no está del todo claro que el
futuro próximo de las tasas de
empleo por este motivo sea radicalmente diferente del pasado.
Sin embargo, en
un futuro no tan lejano, si cabe intuir que el balance del impacto de la robotización y la inteligencia artificial sea negativo sobre
el empleo. Por ejemplo, recientemente, surgía la noticia de que Amazon está en condiciones de hacer todo el proceso de
recepción y entrega de pedido de
forma robotizada, sin necesidad de mano de obra.
la sociedad ha de preguntarse sobre cuál será el impacto real de ello
sobre el empleo.
A su vez, las
administraciones, también, deberían plantearse si la mano de obra mecanizada no debería ser grabada por impuestos, tal y como lo hace la
mano de obra laboral actualmente. Tal vez, esta sea una alternativa para poder
favorecer el empleo en otros sectores que crecerán con el paso del tiempo (como, por ejemplo, el
ocio o la atención a la tercera edad).
Antonio Peñalver
La transformación digital ha irrumpido de manera importante en los últimos años, y si lo que queremos es que muchos de esos empleos, especialmente en el ámbito informático se conserven , desde las facultades se debe concienciar a los alumnos sobre como debemos manejar los cambios tecnológicos de una manera natural para que nos vayamos acostumbrando a vivir con ellas en nuestro día a día.
David Azulay
Antiguo alumno de Liderazgo y Management.
Hola Antonio, he elegido comentar este post porque es un tema interesante a la par que preocupante. El hecho de que las máquinas en un futuro muy próximo sustituyan a más empleados de los que han desplazado hasta ahora nos provoca infinidad de interrogantes.
Tal vez el origen de esta tendencia debamos situarla en la Segunda Revolución Industrial, y atribuírsela al ingeniero y economista Frederick Winslow Taylor, impulsor de la «organización científica del trabajo», quien, con su «estudio de métodos y tiempos», desproveyó al ser humano de su intelecto, quedándose solo con sus necesarias manos para llevar a cabo tareas muy simples en las que se descompusieron procesos productivos más complejos. Se estandarizó el trabajo y las personas iban cada día a sus organizaciones para a repetir cientos de veces los mismos mecánicos movimientos dentro de la cadena de producción. A partir de aquel momento era solo cuestión de tiempo, y de ciencia, que aquellas manos fuesen reemplazadas por máquinas; como así ha venido siendo desde mediados del siglo XX.
Pero la mecanización no era en sí misma una amenaza para el empleo de las personas, al fin al cabo, alguien tenía que manejarlas y mantenerlas.
La verdadera amenaza del empleo comienza con la irrupción de la informática, a partir de la cual las máquinas podían controlarse solas, reduciendo el número de personas necesarias para cualquier proceso. No solo se han informatizado procesos productivos, sino también las comunicaciones y los servicios. Ya podemos hacer la compra en «Carrefour Planet» provistos de un lector laser de códigos de barras en sustitución de los cajeros. Muy pronto no necesitaremos ni eso, solo tendremos que pasar por un arco digitalizado para obtener nuestra factura y poder pagarla con un clic de móvil. Adiós a la banca y a los cajeros.
Los transportes muy pronto prescindirán de conductores, viajaremos bajo el control de triangulaciones mediante GPS asistidas por satélite.
Parece evidente que el ser humano va a tener que buscar otras actividades para ocupar su vida, cada vez más alargada gracias a la digitalización de los procesos farmacéuticos y la medicina en general.
Una reflexión inevitable es ¿de qué va a vivir el ser humano sin trabajo?, lo que nos lleva a otra pregunta fundamental ¿quiénes van a ser los beneficiarios de los rendimientos de las máquinas?
El orden económico-social actual está basado en que los beneficios obtenidos después de descontados los gastos de explotación, entre ellos los de personal, son del capital. Si prescindimos de estos últimos, y según nuestro sistema, parece que las personas desplazadas por los robots se van a quedar sin ingresos para vivir. Todo serán beneficios para retribuir el capital.
En cuanto a la grabación fiscal de la mano de obra mecánica por parte de la Administración, no parece tener otro objetivo que subsidiar a las personas que hayan quedado excluidas por los robots y la inteligencia artificial.
Deberíamos plantearnos entonces algunas transcendentales preguntas: ¿la inteligencia artificial puede ser una amenaza para el sistema capitalista mundial?, ¿se convertirán las máquinas en un bien común que satisfaga las necesidades de todos los seres humanos por igual?
Los órdenes sociales y económicos conocidos hasta ahora se basaban en dos actores principales: el capital y la mano de obra; ambos en manos de humanos. ¿Qué son los robots? ¿capital? ¿mano de obra? ¿o un nuevo “agente económico” que nos va a romper todos los esquemas?
Sería importante no perder de vista que las máquinas deberían servir para satisfacer las necesidades del ser humano que, según la «Teoría Jerárquica de las Necesidades de Maslow», son las siguientes:
Autorrealización, Reconocimiento, Afiliación, Seguridad, Fisiología.
Una persona que no trabaja, difícilmente puede sentirse autorrealizado, obtener reconocimiento, tener seguridad y unas relaciones de afiliación sanas.
¡Reflexionemos!
Rafa.
Alumno de Liderazgo y Management.