directivos es su competitividad, en el sentido de
buscar siempre ser el mejor
en dos espetos: en la obtención de resultados y en la relevancia que alcanza
frente a los demás.
altos niveles de resultados y a su vez, el poder organizativo e influencia
social que pueden obtener. Algunos, no reconocerán públicamente este segundo
tipo de motivos pero son reales.
significativamente las relaciones interpersonales ya que son un elemento
crítico de su eficiencia. Sin embargo, para aquellos que destacan por una alta
motivación de poder e influencia social, las relaciones sociales suelen ser más un
medio que un fin. (Y ello, hace que no dispongan de la palanca moral o ética que
tanto precisan los verdaderos líderes para obtener resultados a largo plazo
implicando positivamente a las personas).
directivo es competitivo por naturaleza; lo lleva en su ADN. Pero tienen que
cooperar con actitud positiva con sus colegas y colaboradores (internamente). Parece
esquizofrénico, pero ello no tiene porque ser malo si se es consciente y se
sabe gestionar.
y no se reconoce. Ello implica creerse superior a los demás, sentirse
único y ser egoísta, no gustándole que otros puedan tener razón o hagan mejor
las cosas. El desconocimiento de ese rasgo, les lleva a no saber regularse adecuadamente:
siendo críticos con los demás y tendiendo a la autodefensa o justificación.
¿Conocemos a algún colega que destaque por este rasgo?
directivo debe tener auto-conciencia y saber regularse para poder gestionar a
los demás eficazmente y obtener resultados. Y como consecuencia de ello, la relevancia
gregaria dentro de la organización será el resultado pero no el fin.
mal entendida? En primer lugar, tomando conciencia de la misma; lo que supone
buscar u obtener feedback de qué tipo de comportamientos desarrolla al respecto
y qué tipo de reacciones negativas produce en los demás. Y en segundo lugar y si se tiene voluntad de cambio, practicar la virtud
de la humildad; lo que supone ser consciente de que siempre hay personas que
pueden tener mas conocimientos o hacer
las cosas mejor que tú, escuchar,
reconocerlo y aprender.
En mi opinión, los líderes competitivos dentro de una organización son beneficiosos, siempre dentro de unos límites y gestionando esta competitividad dentro de su equipo, es decir, generando una competencia sana dentro de su equipo frente a los demás equipo u empresas, lo cual considero que reportaría cierta motivación. Cuando un líder se oriente hacia la obtención de los mejores resultados, debería tener más en cuanta otras empresas que compitan con la suya que la propia competencia entre sus propios compañeros ya que en definitiva, todos se orientas hacia un mismo fin beneficioso para la empresa. Un líder con esta característica, que sabe autogestionarse y que tiene relaciones interpersonales buenas con su equipo, podrá conseguir sus fines más preciados junto a ellos: resultados y relevancia ante los demás.
Viviendo en los momentos actuales, donde se pone de especial relieve la importancia de las nuevas tecnologías y en muchos aspectos y ámbitos de las organizaciones se vende la evolución como la implantación absoluta de estas en detrimento de las personas, parece de especial importancia poner en relieve el papel y la contribución que realiza a la empresa las personas.
Esto no significa vivir de espaldas al progreso, sino puede entenderse de forma contraria, debido al progreso existente (que no puede ser negado) se puede destacar el papel que las personas puedan realizar a este, que con la contribución de la tecnología (no sustitución) puede verse muy favorecida la productividad.
El Directivo además, puede usar estilos de dirección basados en acrecentar las relaciones personales dentro de la organización mediante el uso alternativo de un estilo basado en las relaciones, de esta manera el clima laboral podría ser lo suficientemente óptimo, y con ello el rendimiento de los trabajadores, como para paliar ese desventaja surgida aparentemente por lo ventajoso en términos de productividad que ofrecen las nuevas tecnologías entendidas como la sustitución del factor humano por estas.
Raúl Carrillo Ruiz
Siempre es complicado aunar el plano de alta competitividad en la empresa con la relación con los compañeros y colaboradores del equipo y es una habilidad que muy pocas personas son capaces de gestionar correctamente.
Todos somos más o menos competitivos en aquello que nos gusta hacer o en nuestro desempeño profesional pero no ha de convertirse en un “todo vale” por conseguir las metas.
Actualmente y cada vez más se trabaja en equipo y con perfiles pluridisciplinares y no es aconsejable romper o erosionar la dinámica de trabajo de todo el equipo, ya que es la fuente casi principal de sus logros y eficacia. Es bueno que exista esta competitividad y afán por conseguir logros personales, pero hay que actuar con trasparencia y humildad hacia los que te rodean gestionando las situaciones correctamente. Este tipo de perfiles competitivos siempre muestra “lados ciegos” que no conoce, por eso el estar abierto a escuchar a los demás y tener afán por corregir situaciones incómodas que puedan surgir dentro del equipo puede ser un factor importante y decisivo para evitar impactar negativamente. La humildad puede jugar aquí un papel importante.
Jim Collins pone el ejemplo de la “ventana y el espejo” que es un símil muy claro para mostrar la humildad que ha de tener un líder de máximo nivel. Cuando consigue un logro siempre muestra mucha humildad y es como si mirase por la ventana, siempre justificará sus logros mirando al exterior como si su éxito radicase en factores externos (puede ser la suerte, el buen trabajo de todo el equipo, etc.) pero nunca los reconocerá como simplemente suyos. Y, en el caso contrario, ante fracasos será como si se mirase al espejo, se hará responsable de ello e intentará mejorar y aprender del fracaso.
Francisco J. Carrillo Guajardo-Fajardo
Alumno: Liderazgo y Management (UAH)
En un entorno tan competitivo y exigente como el actual, parece indiscutible que la competitividad sea un rasgo clave en los directivos. Resulta lógico que éstos luchen por la obtención de altos niveles de rendimiento y que además, anhelen el reconocimiento por parte del resto del equipo.
No obstante, deben tener en cuenta que en numerosas ocasiones se mide su propia capacidad no sólo por cómo hacen las cosas de forma individual, sino por cómo lo hacen sus colaboradores. Por lo tanto, es vital que los directivos sean capaces de reconocer y gestionar sus emociones a nivel individual y en relación con el equipo para lograr una involucración positiva de sus colaboradores hacia la consecución de objetivos.
Cuando los directivos son capaces de aparcar su motivación personal y transmitirla al resto, se produce un aprendizaje bidireccional, es decir, ambas partes aprenden siendo de gran provecho para la organización.
Alba Esteban Díaz, alumna de Liderazgo y Management en la UAH.