las competencias que se han identificado en los directivos para estos sean verdaderos líderes: es decir, que consigan obtener resultados y transformar eficazmente la
organización involucrando positivamente a sus equipos; actuando, además, éticamente. Y
sin duda, algunas de estas competencias les exigen estar involucrados activamente
en la estrategia del negocio.
actitudes de Voluntad (íntimamente ligada con la resiliencia) y Humildad (íntimamente
ligada al aprendizaje continuo), -como Jim Collins nos reseña en su estudio “Good to Great” sobre las
empresas que han conseguido mejorar en el mercado, en el nivel supremo de
liderazgo, -el 5-, nos identificaba como superlativas-, los líderes de las
empresas que saben superar los retos del mercado y hacer que sus compañías
mejoren han de estar involucrados activamente con la estrategia de negocio de
la empresa.
además de saber gestionarse personalmente y en relación con los demás, han de
saber relacionarse eficazmente con su entorno de negocio.
estar involucrado en la estrategia de negocio exige conocerlo en profundidad:
desde los procesos y técnicas básicas hasta las tendencias del mercado. En este último
aspecto, la Intuición es una competencia que juega un papel relevante.
Por
ello, los verdaderos líderes se han destacado por desarrollar comportamientos
de pensamiento estratégico. En un
escenario de negocio, como el actual, caracterizado por el cambio y
la transformación permanente, las formas de pensar tradicionales basadas en la
repetición histórica, infiriendo que el futuro será más de lo mismo, se ven avocadas
al fracaso en la gran mayoría de los casos.
El
cambio es diario y está ahí, pero no lo podemos apreciar hasta que pasa un
tiempo.
Entonces,
¿que supone pensar estratégicamente?.
En
primer lugar, es necesario hacer frente al futuro. Ello, en algunas personas provoca estrés,
ya que nadie conoce a ciencia cierta cómo acabará siendo realmente. De ahí que
pensar estrategicamente implique no actitud de no-miedo. Es necesario estar
dispuestos a afrontar la incertidumbre.
Por otro
lado, pensar estratégico supone: reflexión original, imaginación, creatividad
e innovación.
No se trata de desarrollar una sofisticada racionalidad, sino utilizar la
inteligencia interactuando con la
práctica y utilizar los conocimientos que vamos adquiriendo en base a los resultados (o de situaciones análogas). Y en base a ello, generar
alternativas viables, concretar objetivos y transformarlos
en resultados.
Y hemos de
hacerlo continuamente.
Por lo tanto,
desarrollar comportamientos de pensamiento estratégico es el resultado del dominio
de determinados conocimiento, la experiencia en base a resultados, la promoción
de actitudes de valentía y el desarrollo
de determinadas habilidades.
Antonio Peñalver