La importancia de los «Coeficientes» en la vida profesional: CI vs IE.

Hoy en día existe una gran
controversia entre la relevancia de las diferentes inteligencias para asegurar
el éxito profesional en las empresas.
Por un lado, tenemos el Cociente
o Coeficiente de Inteligencia (CI), nacido de la mano del psicólogo Lewis
Truman a principios del siglo XX,  y que nos ayuda a medir las capacidades
cognitivas de las personas; principalmente, los conocimientos matemáticos, los lingüísticos
y el razonamiento.
Se han desarrollado numerosas
pruebas que ayudan a medir el nivel de dominio de las capacidades cognitivas; y
se ha demostrado que aquellas personas que no disponen de un CI suficiente no
pueden asumir eficazmente una responsabilidad profesional. Por ello, -actualmente
y aunque a algunos les parezca exagerado-, hay muchas organizaciones que consideran
este coeficiente como un factor “hard” de selección y obviamente, de
contratación.
A su vez, Howard Gadner, psicólogo de la Facultad de pedagogía de Harward, refutó el
concepto de CI y nos demostró que hay muchos tipos de inteligencia: Inteligencia
Verbal (asociada a la inteligencia académica), Inteligencia Lógico-matemática (asociada
con la inteligencia académica), Inteligencia Espacial (asociada con escultores o
artistas), Inteligencia Kinéstesica (desarrollada en deportistas de élite,
bailarines, etc.), Inteligencia Musical (asociada con artistas como Beethoven o
Mozart), Inteligencia Personal (aquella que podemos encontrar en muchos líderes)
y la Inteligencia Intrapsíquica (lo que conocemos como intuición).
Y es cierto:
existen algunas profesiones donde el coeficiente intelectual (CI) no es
relevante (músico, gimnasta, etc.). Sin embargo, en el mundo profesional el CI realmente
es determinante.
Más adelante, gracias a Daniel
Goleman y otros estudiosos, se pone de relieve la importancia de otro tipo de inteligencia
para triunfar en el terreno profesional: la Inteligencia Emocional (IE).
De hecho, se ha demostrado
que, en general, aquellas personas con una inteligencia emocional alta suelen
tener más éxito profesional a la larga. Sin embargo, este criterio, -el cual no
tiene aun pruebas relevantes de medición-, todavía es un factor “soft” en los
procesos de selección y contratación.
En el campo profesional
empresarial clásico, la diferencia entre el dominio del intelecto y el de las
emociones parece clave para inferir quien puede tener éxito a corto, medio y
largo plazo. ¿Por qué algunos de los estudiantes de formación profesional o universitarios
con magnificas notas no llegan lejos profesionalmente y otros con peores
calificaciones, alcanzan el éxito?.
¿A que debemos dar mas
relevancia en las organizaciones para inferir potencial profesional: al Coeficiente
de Inteligencia (CI) o a la Inteligencia Emocional (IE)?
Existe una gran controversia
al respecto, pero, bajo mi punto de vista, la respuesta es obvia: ambas inteligencias
son necesarias.
Sin un CI mínimo es prácticamente
imposible asegurar éxito en el dominio de las competencias técnicas, pero sin
la IE es difícil asegurar éxito en el dominio de las competencias de gestión.
La Universidad, en general y a
pesar de su discurso, solo se preocupa por desarrollar competencias técnicas; Al
menos, eso sucede en España y lo puedo acreditar como profesor universitario. De
ahí, la falta de prestigio y utilidad de muchos títulos universitarios.  Muchos planes de estudio académicos actuales
no son suficientes para aflorar y desarrollar la inteligencia emocional que
luego se les exigirá a los jóvenes profesionales en el mundo profesional.
Estoy absolutamente convencido
de la necesidad de disponer de un CI aceptable. Pero, también, estoy
absolutamente convencido de que el factor crítico o diferencial entre tener o
no tener éxito en cualquier aspecto de la vida (y en este caso, el profesional)
es el de tener o no tener inteligencia emocional (IE) y, lamentablemente, es
algo que no nos enseñan en prácticamente ninguna Escuela profesional o
Universidad.

Antonio Peñalver