Análisis del desempleo en España. Una cuestión de valentía gubernamental.

La crisis económica española, -que empezó a finales
de 2007-, es el resultado de la burbuja inmobiliaria, la caída de la demanda a
nivel internacional y la mala gestión económica por parte del gobierno
socialista.

A pesar de que, ahora, la prima de riesgo es sensiblemente,
ya hemos conseguido superávit comercial o que la crisis bancaria está bajo control,
la crisis de la economía española está en un punto álgido. No solo por el decrecimiento
continuado del PIB, sino porque la tasa de paro se ha acercado al 27% . Ello
nos ha llevado a un momento de autentica emergencia social.
Según la EPA hay más de 6 millones de desempleados en
España. ¡Una barbaridad!.  Y ello, además de otros aspectos económicos  descontrolados; Como, por ejemplo: la carencia de financiación de la
iniciativa empresarial o el déficit publico –incluida la Seguridad Social-.
El Gobierno Popular de Rajoy reformó el sistema
laboral en 2012, como parte de la reforma de la economía española (que no hay
sido total), y estoy de acuerdo en que es buen paso para flexibilizar el mercado
laboral. Pero no es suficiente. Así lo opina, también, la Comunidad Económica
Europea, -de la que, nos guste o no, somos miembros-.  
Analicemos la reforma laboral española desde un aspecto
macroeconómico y en especial, desde la perspectiva de la flexibilidad laboral resultante.
El concepto de flexibilidad laboral se relaciona con
el desempleo. El objetivo de la Reforma Laboral es el de flexionar el mercado
laboral para bajar la tasa de desempleo; Y ello, no se ha conseguido.  En mi opinión, no se debe a la reforma en sí sino a que no hay
crecimiento económico.
La idea principal de los economistas liberales clásicos
en torno al desempleo es la de que para bajar la tasa de desempleo el Estado
debe ofrecer información sobre las oportunidades de trabajo, flexibilizar las
opciones legales de relación laboral  y disminuir
la prestación por desempleo. Según esta teoría,  si la prestación por desempleo es alta los parados
no tendrán un incentivo para buscar trabajo. La Reforma Laboral de 2012 se ha
sustentado, en gran parte, en esta tesis.
Ahondando en esta teoría, la causa principal del
desempleo estructural es la rigidez de los salarios. Por ello, la contratación
ha de ser sencilla y barata, además de que el salario mínimo no crezca.
Pero, en una larga crisis económica como la actual y
bajo la perspectiva del Estado de bienestar social, este escenario es difícil de
mantener.
Para otras corrientes, -como la keynesiana y otras-,
la opinión sobre el
desempleo y su forma de recuperación
es muy diferente. Para ellos, la causa principal del desempleo es la escasez de
Demanda Agregada por parte de la economía. La Demanda Agregada se compone del consumo
e inversión, a nivel doméstico e externo. Bajo esta teoría, -por otro lado,
contrastada-, si el PIB baja por la escasez de demanda es inevitable la subida
del desempleo.
Bajo esta tesis, para bajar la tasa del paro se
necesita una política económica de expansión de Demanda Agregada. Ello significa que exista una expansión del gasto privado y/o público y que exista
una expansión monetaria.

Con la última reforma del mercado laboral, el Gobierno Popular de Mariano Rajoy se ha propuesto «facilitar la contratación, con especial atención a
los jóvenes y a los parados de larga duración, potenciar los contratos
indefinidos frente a los temporales y que el despido sea el último recurso de
las empresas en crisis», además de «acabar con la rigidez del
mercado de trabajo y sentar las bases para crear empleo estable.
En mi opinión, esta reforma laboral, que potencia la
flexibilidad laboral, era necesaria. Y efectivamente, ayudará a la expansión
del mercado laboral español, pero solo cuando exista crecimiento de la
demanda agregada.
Entonces, ¿qué es lo que debe hacer el Gobierno
español para minimizar la lacra del desempleo?. La respuesta no es fácil, pero me atrevo a dar pautas de actuación. El Gobierno, -aprovechando su mayoría electoral y a ser posible, con el acuerdo de la Oposición-, tiene que trabajar en dos líneas a la vez:
 
  • Por un lado, al Gobierno no
    lo queda mas remedio que reducir su nivel de gasto atacando desequilibrios como, por ejemplo, la viabilidad de las pensiones y el exceso de funcionarios a nivel estructural. Ello, requiere una
    necesaria valentía.
     
  • Por otro lado, el Gobierno ha
    de incrementar la demanda agregada, especialmente por la vía privada. No puede esperar
    a que exista un crecimiento económico internacional. Y para ello, debe
    contemplar alternativas como una bajada mayor del coste laboral (por la
    contratación y por el despido) y fomentar la financiación de las empresas.
     

Es posible
que combinar este tipo de medidas a muy corto plazo impacte en sus ingresos negativamente pero, sin duda, a medio plazo (y no a largo plazo) dará réditos para el
incremento del PIB y el incremento del empleo.



Antonio Peñalver

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